Sus paisajes, su gastronomía, sus tradiciones… Galicia mantiene su encanto intacto al paso del tiempo y son muchas las parejas que no pueden resistirse a una boda en esa región. Sus ciudades, acogedoras y llenas de historia, son ideales para una ceremonia urbana pero es en sus paisajes rurales donde se esconde la magia y la belleza más especial de la zona.
Imágenes: Aldea de Sestelo.
Los novios amantes de la paz y la tranquilidad encontrarán el escenario ideal para una boda de cuento en cualquiera de los pazos o aldeas que pueblan la zona. Es más, en muchos de estos espacios es posible celebrar una ceremonia civil , como en la Aldea de Sestelo, o una religiosa si el pazo cuenta con capilla propia, como es el caso del Pazo Lestrove, una auténtica mansión para el recreo de arzobispos del siglo XVI.
Imágenes: Pazo Lestrove.
Si la climatología no permite celebrar una recepción o banquete al aire libre -ya sabéis aquello de “la lluvia en Galicia es una maravilla”-, las casas de piedra que integran estos singulares espacios se convierten en escenarios perfectos para vivir un día inolvidable a cubierto. Los novios que sueñan con casarse en pleno corazón de Galicia no pueden dejar de disfrutar de la cocina de la región y la decoración de los ambientes al más puro estilo gallego acabará de dar la boda ese precioso acento.
Imagen: Aldea de Sestelo.
Los novios gallegos que buscan algo más de solemnidad a la hora de celebrar su gran día, y quizás un entorno menos rural, pueden buscar espacios singulares como monasterios o castillos para tener una boda más formal repleta de arte e historia. El Monasterio de Aciveiro, por ejemplo, a escasos 45 minutos de la ciudad de Pontevedra es un buen ejemplo de este tipo de lugares. Construido en el siglo XII y recientemente rehabilitado, pone a disposición de los novios sus antiguas bibliotecas a modo de salón.
Imágenes: Monasterio de Aciveiro.